lunes, 25 de noviembre de 2013

Sobre sociologías, hamburguesas y religiones

- ¿Hola Carlitos? Habla Emilio, che ayer cobre mi primer sueldo, la verdad que la división del trabajo social es fantástica. Los quería invitar a vos y a Max unas hamburguesas mañana.
- Emilio, me da gracia tu optimismo, y ya te dije: el social del trabajo va en otra parte. En fin, acepto.

-Perdón que se me hizo tarde, me colgué charlando con una mina. Es increíble la reciprocidad de las acciones. ¿Qué pidieron? ….
- Me encanta venir a comer acá porque es una muestra en miniatura de lo que esta pasando en el mundo, miren como funciona cada pieza del personal. Son más autónomos y al mismo tiempo más funcionales y dependientes de la sociedad, no hay dudas de que la división del trabajo social es lo que genera este nuevo tipo de solidaridad en las sociedades modernas. Entre nosotros, este tipo Spencer es un gil.
- ¿Y entonces? ¿A qué queres llegar?
- Y entonces nada, nosotros como sociólogos tenemos que estudiar los fenómenos morales, son hechos sociales que tienen sus propias leyes y que explican al individuo. Eso es, la sociedad explica el individuo. La sociedad es la única fuerza que las personas reconocen como superior y ante la que someten sus pasiones. Te decía que el nuevo principio de solidaridad en las sociedades modernas es producto de la división del trabajo social, fíjense que es moral porque produce solidaridad y cohesión. La interdependencia de las personas no hay que verla en sus efectos económicos, sino en los morales. He aquí un nuevo tipo de individuo por un nuevo tipo de lazo social.
-Pero Emilio, ¿me hablas en serio? Deja de volar y vente a tierra, hay que pensar los hombres en relación a sus condiciones materiales de producción…
-(interrumpiendo) Bueno se ve que a tu mundo le falta gente que fabrique Gillete, se te pego mostaza en esa barba gigante.
- ¡Te hablo en serio! Los hombres producen sus propios medios de vida y así sus condiciones materiales, lo que las personas son depende de esas condiciones de producción. La vida, muchachos, determina la conciencia. La producción es colectiva, lo que implica, como bien vos decís, división del trabajo; pero el modo de producción actual impone la separación de los medios de producción del productor. Así que voy a corregirte, no es división del trabajo social, sino división social del trabajo. ¿Sí?
-Espera Max, dejame un rato más a mí. Querido Carlos, ¿acaso no sos capaz de ver la potencialidad armónica de esta sociedad producto del nuevo tipo de solidaridad? Es cierto, todavía no llego a la perfección, pero tiene potencial.
- Pero que armonía ni armonía, si hay división social del trabajo entonces hay conflicto entre el capital y el trabajo, la fuerza de trabajo es mercancía…¡Emilio no hay armonía ni complementariedad en el trabajo, hay explotación! Sociedad es orden social, la cohesión o lazo social, querido, se da por desigualdad y sometimiento entre las clases sociales.
- Bueno gordo no te chives, puede que tengas razón, pero hay algo más. Déjenme hablar un rato a mi ahora. Voy a partir desde otro lugar que el de ustedes, a ver a donde llegamos. Pensaría más en el individuo para explicar la sociedad, tenemos que estudiar la acción social para entender el sentido que los sujetos le dan a sus acciones y entonces ver como se puede establecer una relación social duradera. La clave es comprender que una acción social implica reciprocidad, actuar en función de los otros, si eso se logra entonces tenemos una relación social. Más allá de cómo sea la regularidad de esa relación, la legitimidad del orden puede darse en función de la tradición, motivos afectivos, la creencia racional con arreglo a valores o la legalidad.
-Uh, para llegar vas a estar tres días hablando.
- Y bueno, pidan mas comida, total invita Emilio. Les decía, lo que vos Emilio llamas lazo social entonces estará dado por la permanencia en el tiempo de las relaciones sociales y, a su vez, la permanencia de esas relaciones por la creencia en su legitimidad. Una cosa estoy con vos Carlitos, el orden legítimo permite la dominación.
- Claro por los mecanismos superestructurales que…
-Banca pebete, dejame seguir y después arrancas vos. Si bien la legitimidad y los motivos de la acción son subjetivos, surgen de “imágenes del mundo” con un fermento religioso. Digo, los actores saben que es lo alentado y lo prohibido de la cultura en la que viven. Si las creencias mueven acciones, es importantísimo para analizar la sociedad comprender los componentes ideales que ayudan a formar un sistema objetivo. Ustedes recién estaban hablando del trabajo, les muestro como se aplica mi teoría. La organización capitalista moderna se basa en la racionalidad y el cálculo, la rentabilidad es un objetivo continuo, la unidad básica del capitalismo es la empresa que se orienta al beneficio en el mercado. ¿Qué es una empresa señores?
- La unidad básica de explotación y dirección del capital….
- Bueno si, pero en relación a lo que venía sosteniendo, y espero que me hayan seguido en la coherencia argumentativa porque me hierve el cerebro, la empresa es una asociación societal y, por lo tanto, un tipo de relación social que se legitima por la creencia en la racionalidad y el cálculo. Trabajar entonces más allá de las necesidades materiales, Carlitos, y de las posibilidades de generar lazo social, Emilio, también encuentra explicación en creencias que dan sentido a las acciones de los sujetos.
-Me quede con la idea del fermento religioso, estoy seguro que la religión es algo esencialmente social, las representaciones religiosas son colectivas porque expresan realidades colectivas.
- Sí, y ayudan a crear realidades colectivas también. Fijate en relación al tema del trabajo, la moral calvinista fue ideal para adaptarse y ayudar a formar el ethos del capitalismo porque ayudo a generar un tipo de personalidad que permite el desarrollo del sistema, formando en el individuo la predisposición al trabajo como medio de salvación.
-¿Cómo es eso?
-Bueno, en la moral calvinista es central la idea de predestinación, Dios decide que le toca a uno como destino. Ahora, lo que demuestra quien esta salvado se ve en función a la predisposición al trabajo, lo que se busca es actuar para confirmar la idea de predestinación. Si lo comparan por ejemplo de la idea católica de la salvación extraterrena, fuera del mundo profano, donde el salvado es el que pertenece al espacio sagrado, se entiende la relación entre la moral reformista y el ethos del capitalismo. Ahora la salvación está acá, en este mundo, se confirma por el éxito que tenga en mi profesión. No hace falta ningún sacerdote que me diga si estoy salvado o no, lo puedo comprobar por mi mismo. ¡Imagínense ustedes la angustia existencial!, la única solución es la compulsión al trabajo, ser exitoso es confirmar la salvación. Esto, chicos, de a poco va provocando la sistematización de la vida ascetica, no se da lugar a los placeres instantáneos y esporádicos, el tiempo gastado en ellos lo pierdo en la verificación de mi salvación. Así que ojo, porque el afán de enriquecerse es anti ético si se vive en la indiferencia y el goce, lo ético para dios es que la profesión sea provechosa para la comunidad y asegure la rentabilidad. ¿Ven como se conecta esto con el tema de las “imágenes del mundo” a la hora de analizar las acciones sociales, en este caso el trabajo?
-Esta bien, entonces compartirás conmigo que las ideas dominantes son las de las clases dominantes. Alrededor de la estructura de la sociedad, es decir, las relaciones de producción, se monta una particular organización social. Como superestructura, un régimen político e ideológico, con sus respectivas instituciones, que favorecen a las clases dominantes. El sometimiento en las condiciones materiales tiene su correlato y legitimación, como te gusta decir a vos, en el mundo de las ideas. Es sencillo, las ideas, al desprenderse de la materialidad van a favorecer a las clases dominantes. Este chiquito, Feuerbach, hizo bien en comprender que la religión es producto de la materialidad. Lo que no entiende es que la única manera de desprenderse de esa sensación de opresión que los mismos hombres se inventaron, consiste en revolucionar las condiciones materiales. Lo que se necesita es una crítica de las relaciones sociales, no de las ideas, el proceso de producción domina al hombre, esto hay que invertirlo.
- Carlos, dejame disentir con vos en algo, quizá después nos podamos poner de acuerdo. Yo no creo que bajo ningún régimen de producción o sistema sea posible hacer desaparecer la esencia del fenómeno religioso. ¿Sabes que pasa? Estando en grupo se da un estado de efervescencia social que supera la conciencia individual. Las pasiones se avivan, las sensaciones se fortalecen, el hombre se siente transformado y transforma las cosas del mundo que lo rodea para explicarlo. Les da a las cosas propiedades que no tienen, poderes excepcionales, adhiere al mundo profano un mundo ideal que, en el fondo, sólo existe en su pensamiento. En este punto me parece que estamos de acuerdo, pero pongo en serias dudas que algún tipo de sistema sea capaz de impedirlo. Porque el peso de la sociedad se siente cuando los individuos actúan en común, entonces la sociedad es la fuente originaria de la religión. La formación de un ideal sagrado es el resultado natural de la vida social, ella se crea y recrea por ese ideal. En este sentido, la sociedad ideal es formada por la sociedad real, los ideales colectivos prenden fuerte en las personas. Fijense una cosa, ¿Cuál es valor supremo que surge de la nueva forma de cohesión social, la división del trabajo social? ¡El individuo entró en el ámbito de lo sagrado! Insisto con poner en duda la posibilidad de terminar de una vez y para siempre con el mundo sagrado, porque no necesariamente tiene que remitir a un Dios o a algo sobrenatural.
-  Bueno Emilio, pero pensá en lo siguiente, y con esto creo poder sumar un poroto en la discusión. En el capitalismo, los objetos se producen para satisfacer necesidades tanto naturales como crecientemente sociales, ahora bien, esos objetos adoptan la forma de mercancía, es decir tienen un valor de uso y un valor de cambio. El eje puesto en el valor de cambio hace que los hombres den a las mercancías atributos que en si mismas no poseen, provocando que las relaciones entre las mercancías se humanicen y las relaciones entre los hombres se cosifiquen. Esta idea de cosificación me la dio un amigo tuyo Max. Naturalización del valor de cambio, humanización en la relación entre cosas, eso se va sedimentando en otros ámbitos de la vida social. La conciencia se cosifica y en consecuencia la religión como parte del mundo de las ideas también entra dentro de estas observaciones. La única manera de terminar con el fetichismo de la mercancía y entonces con el carácter fetiche de la religión, repito, es revolucionando las condiciones materiales para desvanecer el reflejo religioso del mundo real. Una última cosita, y acá estoy compartiendo con Max en la idea de “imágenes del mundo”, la forma de religión más adecuada al capitalismo es el cristianismo por su culto al hombre abstracto, a la ideas, que soporta los dolores terrenales, es decir, los que surgen de las desigualdades materiales. Así queda oculta la dominación de clases. Te digo más, la crítica de la religión como realidad invertida es el modelo de crítica a la realidad invertida que es el capitalismo.
(Max mira a Emilio esperando la repuesta que, claro, va a dar)
-Amigo mío, quizá en el fondo pueda compartir tus ideas, debería analizarlo más. Pero lo que no voy a dejar de decir es que considero que no puede haber sociedad que no reafirme sus creencias y sentimientos grupalmente, eso es algo que, te diría, es eterno en la religión. Desde mi punto de vista, lo propio de la religión es la división del mundo en sagrado y profano, las creencias religiosas son representaciones que expresan la naturaleza de las cosas sagradas, las relaciones que tienen entre sí y con las cosas del mundo profano. Cuando esas cosas sagradas establecen el sistema de coordinación y subordinación constituyendo un todo unitario, entonces dicho sistema de creencias, más los ritos, forman una religión. Dije, las creencias son representaciones, los ritos son modos de acción que se definen, por su puesto, en función de las creencias. En definitiva, creencias y prácticas unen en una comunidad moral a sus adherentes. La Iglesia entra también en definición de religión porque, vuelvo sobre lo mismo, ella es algo esencialmente colectivo. Los ritos que en las Iglesias se desarrollan no hacen más que exteriorizar simbólicamente los profundos sentimientos del grupo, que, con esta manifestación, se reafirman.
- Debo reconocer tu insistencia con los fenómenos morales, ahora hablas de comunidad moral. Creo Emilio que nuestras posturas parten de epistemes distintas y quizá allí encontremos las causas de porque no podrían articularse. Vos estas pensando siempre desde la armonía, yo desde el desorden. Para vos es comunidad moral porque reafirma valores, para mí la Iglesia es en todo caso la institución que materializa las ideas dominantes de la religión.
- Comparto la idea de comunidad en la definición de Iglesia. Pero formalmente lo planteo como un tipo particular de relación social, donde el sentido de la acción tiene que ver con la pertenencia a un todo, el sentimiento subjetivo de constituir ese todo. Diría que es una relación social cerrada porque hay ordenamientos que rigen ciertas acciones, los ordenamientos encuentran su racionalidad en arreglo a los valores.  Pero algo más, hay un cuadro administrativo que hace cumplir esas normas y por lo tanto estaríamos hablando de una asociación; y como los miembros están sometidos por la creencia legitima en los mandatos es una asociación de dominación. Y es además una asociación hierocrática  porque la asociación de dominación aplica para la garantía de su orden la coacción psíquica. ¿Estamos?
- Uhhh pero que sesudo te pusiste después de tanto tiempo de conversación. Muchachos fue una linda charla, creo que podemos trabajar en profundizar nuestras diferencias o en buscar puntos en contacto, porque la división del trabajo produce solidaridad (mira de reojo a Carlitos, que gruñe)

- Y dale con eso. Hagamos lo que hagamos, para otro día. Vamos a tomar una cerveza, esta vez invito yo.

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